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Un viaje que va más allá del turismo

Tailandia es uno de esos destinos que no se pueden entender solo a través de imágenes o guías de viaje. Su esencia se descubre caminando por sus templos, compartiendo mesa con sus habitantes, navegando por sus ríos y dejándose llevar por la energía de sus ciudades. Para conocerlo de verdad, hay que vivirlo. Y eso es precisamente lo que ha hecho este grupo de agentes de viajes en un fam trip diseñado para comprender Tailandia con la mirada de un viajero, pero también con la perspectiva de un profesional que debe transmitirlo a sus clientes.

Este viaje ha sido una oportunidad para conocer un país que deslumbra por su riqueza cultural, su hospitalidad y la diversidad de experiencias que ofrece. Desde la vibrante Bangkok, donde la tradición y la modernidad se fusionan, hasta los paisajes del norte, marcados por la espiritualidad y la naturaleza, cada etapa del recorrido ha permitido ver una faceta distinta de Tailandia. A lo largo del camino, el grupo ha descubierto antiguos reinos, templos de una belleza incomparable y escenarios naturales que dejan huella. Pero más allá de lo que se ve, han entendido la esencia de este destino: su cultura llena de matices, el contacto con su gente y las razones por las que Tailandia sigue siendo uno de los grandes referentes para cualquier viajero.

Wat Pho, Distrito Phra Nakhon, Bangkok

Bangkok: el primer contacto con el alma tailandesa

Bangkok recibió al grupo con su energía inconfundible, esa mezcla entre caos y armonía que la hace tan especial. Tras instalarse en el hotel, la primera noche en la ciudad estuvo marcada por un recorrido en tuk-tuk, una de las formas más auténticas de moverse por sus calles. La sensación de zigzaguear entre el tráfico, con luces de neón reflejándose en los cristales de los rascacielos y el aroma a especias flotando en el aire, fue la primera gran impresión de una ciudad que nunca duerme. La parada obligatoria fue en el Barrio Chino, donde el bullicio de los puestos de comida y la actividad incesante hicieron que el grupo se sintiera inmediatamente envuelto en la vida local.

El día siguiente comenzó con la visita a algunos de los templos más emblemáticos de la capital. En el Wat Trimitr, donde contemplaron la estatua de Buda de oro macizo más grande del mundo, un símbolo de la riqueza espiritual del país. Después, en el Wat Pho, la imagen del Buda Reclinado de 46 metros de largo capturó la atención de todos. El recorrido continuó hasta el Gran Palacio, donde la elegancia de la arquitectura real y la presencia del Buda Esmeralda dejaron claro por qué este complejo es uno de los lugares más sagrados de Tailandia. Entre comentarios y fotografías, el grupo coincidió en que cada detalle de estos templos es una obra maestra, con colores, relieves y símbolos que narran siglos de historia.

Paseo en lancha por el canal Mahasawat, Bangkok

Más tarde, llegó el momento de salir del corazón urbano para descubrir la faceta más tradicional de Bangkok. Un paseo en lancha por el canal Mahasawat permitió observar la vida cotidiana en las orillas, donde pequeñas casas de madera y barcas pesqueras pintaban una imagen completamente diferente de la metrópoli. La visita a una plantación de loto y a huertas frutales añadió otro contraste: una postal rural donde el tiempo parece avanzar a otro ritmo. Uno de los agentes comentó que nunca había imaginado encontrar un entorno tan tranquilo a tan poca distancia del bullicio de la ciudad, una reflexión compartida por el resto del grupo mientras recorría los campos en barcas locales.

Para cerrar la estancia en Bangkok, la jornada final incluyó una experiencia que resume a la perfección el espíritu del país: la visita al mercado flotante. Barcas repletas de frutas exóticas, especias y platos preparados al momento creaban un espectáculo vibrante, donde los comerciantes ofrecían sus productos con sonrisas y llamadas entusiastas. Aquí, el grupo tuvo la oportunidad de probar auténticas delicias locales, como los mangos con arroz glutinoso y el pad thai cocinado al instante en los pequeños fogones flotantes. Entre risas y anécdotas, quedó claro que Bangkok no solo se recorre, sino que se vive con los cinco sentidos.

Ayutthaya

Ayutthaya y Lopburi: historia viva en cada templo

Dejando atrás la intensidad de Bangkok, el viaje continuó hacia Ayutthaya, la antigua capital del reino de Siam, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, esta ciudad histórica conserva el esplendor de una época en la que Tailandia era un centro de poder en el sudeste asiático. Entre templos y ruinas que evocan siglos de grandeza, el grupo visitó el imponente Wat Chaiwathanaram, un complejo de arquitectura khmer a orillas del río Chao Phraya, y el Wat Phra Sri Sanphet, que en su día fue el templo más sagrado del reino, con sus icónicas estupas blancas dominando el paisaje.

El recorrido por Ayutthaya permitió no solo admirar su legado arquitectónico, sino también comprender su importancia histórica. Pasear entre las estructuras derruidas por el tiempo y la invasión birmana de 1767 generó un momento de reflexión en el grupo, que imaginó cómo debía de haber sido esta ciudad en su época de máximo esplendor. Uno de los agentes comentó que nunca había estado en un lugar donde el pasado se sintiera tan presente, una sensación compartida por todos mientras caminaban entre las majestuosas ruinas.

Siguiendo la ruta hacia el norte, una parada en Lopburi trajo consigo una experiencia completamente distinta. En el Templo de los Monos (Prang Sam Yod), la historia y lo insólito se entremezclan en un entorno donde los verdaderos protagonistas son sus inquietos habitantes. Decenas de monos deambulan libremente por el recinto, trepando por las antiguas estructuras y robando la atención –y en ocasiones la comida– de los visitantes. Hubo momentos de sorpresa y carcajadas cuando uno de los agentes vio cómo un mono intentaba abrir su mochila con una destreza inesperada. Más allá de la diversión, la visita a este templo permitió conocer su origen khmer y su significado dentro del legado cultural de la región.

Con cada parada, el grupo iba descubriendo que Tailandia es un país de contrastes, donde la historia, la espiritualidad y la vida cotidiana conviven de una manera única. La jornada terminó con la sensación de haber viajado en el tiempo, desde la grandeza de Ayutthaya hasta la convivencia irreverente entre historia y naturaleza en Lopburi. La emoción del viaje no hacía más que crecer, con la certeza de que aún quedaban muchas maravillas por descubrir.

Recorrido en bicicleta por el parque Histórico de Sukhothai, Tailandia

Sukhothai y Phitsanuloke: el origen del Reino de Siam

Si Ayutthaya representó el esplendor del pasado, Sukhothai simbolizó los cimientos sobre los que se construyó el Reino de Siam. El Parque Histórico de Sukhothai, Patrimonio de la Humanidad, ofreció al grupo la oportunidad de recorrer en bicicleta un escenario detenido en el tiempo. Pedaleando entre templos en ruinas, estatuas de Buda y lagos rodeados de nenúfares, los agentes sintieron que cada rincón de este lugar narraba los orígenes de la nación tailandesa.

Uno de los momentos más sobrecogedores fue la visita al Wat Sri Chum, donde el imponente Buda Blanco, con su mano dorada extendida sobre la rodilla, parecía observar con serenidad a quienes se detenían a admirarlo. La paz que se respiraba en este templo invitó a una pausa, y varios del grupo coincidieron en que había sido uno de los lugares más especiales del viaje hasta el momento.

En Phitsanuloke, la visita al Wat Phra Sri Ratana Maha That llevó a los agentes ante una de las imágenes de Buda más veneradas del país. La solemnidad del templo y la devoción de los fieles crearon un ambiente que permitió comprender la profunda espiritualidad que impregna la vida cotidiana en Tailandia. Con cada nueva parada, el viaje iba dejando una huella más profunda en quienes lo vivían.

Museo del Opio, Triángulo de Oro

Chiang Rai y el Triángulo de Oro: contrastes y paisajes únicos

El norte de Tailandia recibió al grupo con una atmósfera completamente distinta, donde la tranquilidad y la espiritualidad marcan el ritmo de la vida cotidiana. La primera parada fue en el Wat Rong Khun, más conocido como el Templo Blanco. Esta obra maestra contemporánea, creada por el artista Chalermchai Kositpipat, cautivó a todos con su arquitectura impoluta, sus detalles simbólicos y sus reflejos brillando bajo el sol. Mientras el grupo recorría el puente que representa el ciclo de la vida, uno de los agentes comentó que jamás había visto un templo que mezclara arte tradicional y contemporáneo de una forma tan impactante.

Siguiendo con el recorrido, la siguiente visita fue al Wat Rong Suean Ten, el llamado Templo Azul. Su intensa tonalidad y las figuras doradas en contraste con el cielo creaban un efecto hipnótico. Dentro, la gran estatua de Buda transmitía una serenidad que invitaba a detenerse un instante y absorber la atmósfera del lugar.

Más adelante, el grupo se dirigió al Triángulo de Oro, donde confluyen las fronteras de Tailandia, Laos y Birmania. Desde lo alto de una colina, la vista panorámica sobre el río Mekong y el río Ruak dejó una impresión inolvidable. Además de la belleza del paisaje, esta región guarda un pasado complejo, marcado por la antigua ruta del opio. Para entender mejor esta parte de la historia, visitaron la Casa del Opio, un museo que revela el impacto de este comercio en la región y la transformación que ha vivido en las últimas décadas.

Cada experiencia en Chiang Rai mostró una nueva cara del país, donde la espiritualidad, el arte y la historia se fusionan de manera única. Con cada paso, el grupo se adentraba más en la esencia de un destino que nunca deja de sorprender.

Santuario de Elefantes

Chiang Mai: tradición, naturaleza y cultura

Llegar a Chiang Mai permitió descubrir otro ritmo de vida, marcado por la calma y la espiritualidad. En lo alto de una colina, el Wat Doi Suthep recibió al grupo con su estupa dorada resplandeciendo bajo el sol. Subir los 309 escalones hasta la entrada fue un reto para algunos, pero la vista panorámica de la ciudad hizo que cada esfuerzo valiera la pena. Mientras recorrían el templo, los cánticos de los monjes resonaban en el aire, creando un ambiente de recogimiento que llevó a varios a detenerse un momento para observar y asimilar la atmósfera del lugar.

La siguiente jornada estuvo marcada por una de las experiencias más esperadas: la visita a un santuario de elefantes. En este refugio, pudieron conocer de cerca a estos impresionantes animales en un entorno de respeto y conservación. Alimentarlos con plátanos y cañas de azúcar, observar sus interacciones y aprender sobre su historia fue un momento que dejó huella en el grupo. Uno de los agentes comentó que verlos disfrutar libremente, lejos de los espectáculos turísticos, le había cambiado por completo la percepción sobre la importancia de proteger la fauna.

Tras esta visita, el recorrido continuó hacia una plantación de orquídeas, donde el grupo pudo conocer más sobre el cultivo de estas flores, muy presentes en la cultura tailandesa. En su interior, un mariposario albergaba especies de todos los tamaños y colores, un espacio que invitó a detenerse para apreciar su belleza efímera. Muchos aprovecharon para capturar el momento en fotografías, mientras otros simplemente observaban el delicado movimiento de las mariposas en el aire.

Cena típica en Kantoke, Chiang Mai

Más tarde, la ruta los llevó a los centros de artesanía de Sankampaeng y Borsang, donde pudieron presenciar el proceso de creación de piezas en madera tallada, cerámica pintada a mano, tejidos de seda y delicadas sombrillas artesanales. En cada taller, generaciones de artesanos trabajan con dedicación para preservar técnicas transmitidas a lo largo del tiempo, un valor que muchos destacaron al ver el nivel de detalle de cada pieza.

Para despedir la estancia en Chiang Mai, la última noche estuvo reservada para una cena Kantoke, un banquete tradicional del norte de Tailandia acompañado de danzas folclóricas. Sentados en el suelo sobre cojines, con platos de curry, verduras y arroz pegajoso servidos en bandejas de madera, los agentes disfrutaron de una velada donde la gastronomía y la cultura se unieron en perfecta armonía. Mientras las bailarinas ejecutaban movimientos elegantes al ritmo de la música, quedó claro que este viaje no solo había sido una sucesión de visitas, sino una oportunidad única para conocer el alma de Tailandia.

Mahasawat, Phutthamonthon, Provincia de Nakhon Pathom, Tailandia

Tailandia, un destino que se vive y se comprende

Este fam trip ha sido mucho más que un recorrido por los lugares más emblemáticos de Tailandia. Ha permitido ver el país con una mirada más profunda, comprendiendo su historia, su cultura y su gente. Los agentes de viajes que han participado en esta experiencia ahora cuentan con un conocimiento más sólido y real sobre el destino, lo que les permitirá transmitir con mayor precisión y pasión todo lo que un viajero puede encontrar en este increíble país.

Porque Tailandia no es solo un destino, es una vivencia que deja huella en quienes la descubren con el tiempo y la dedicación que merece. Ahora, gracias a Travelplan, es más fácil que nunca viajar a este fascinante país con vuelos directos desde Madrid con la compañía aérea Iberojet y una amplia selección de programas diseñados para todo tipo de viajeros. Desde estancias en Bangkok, circuitos completos y extensiones para disfrutar de sus paradisíacas playas, cada itinerario está pensado para que vivas Tailandia a tu manera, siempre con la garantía y el asesoramiento de los mejores expertos: tu agencia de viajes de confianza.

Déjate sorprender por este maravilloso destino: “el país de las sonrisas” y prepárate para vivir tu propia experiencia en Tailandia, siempre, con Travelplan.

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